7 jun 2007

De Diderot una "Vida de Séneca"

Mi querido Teófilo,
Un perro gustó de la edición que obraba en mi poder de una obra de Diderot muy interesante. El título original de esta obra es "Essai sur la vie de Sénèque le philosophe, sur ses écrits et sur les règnes de Claude et de Néron", y la edición que yo poseía tenía por título "Vida de Séneca" y como estaba un tanto gastada por los años y las manos había adquirido un sabor particularmente agradable para aquel perro puesto que tres veces osó degustarlo haciendo caso omiso de las fuertísimas reprimendas con las que se intentó contenerlo en su gusto.
Las primeras páginas eran particularmente deliciosas y yo no me cansaba de leerlas y releerlas. El perro las devoró. No intacto, pero sí legible quedó la segunda mitad del libro. De entre estas páginas entonces conservadas, extraigo estas citas:
¿Es por nuestras costumbres o por las del tiempo como conviene apreciar las acciones? ¿No hay ninguna diferencia entre la virtud de un siglo y la de otro, entre la virtud de la corte y la de un claustro?
La filosofía se resiente más o menos de las circunstancias. El duelo, que no es más que un asesinato atroz, ¿tiene, a los ojos de los moralistas más severos, ese carácter abominable en una región donde, por un gesto, por una palabra, unas ideas de honor extrañas ordenan, so pena de ignominia, degollar o ser degollado?
(...)
Ignoro vuestra edad; no siento ninguna repugnancia en suponeros costumbres puras. Pero si fuerais joven y un poco libertino y uno de nuestros graves ciudadanos os sorprendiera a la caída de la tarde, con la cabeza envuelta en vuestra capa, entrando en un lugar sospechoso, o saliendo de él, ¿os dirigiría la divina pregunta de Catón: "Muy bien, hijo mío, persistid en la cordura, Macte virtute esto? En vez de precipitaros sobre la mujer de otro, es ahí donde hay que ir a extinguir el calor que os atormenta..."
(...)
No se prestan al vicio; Séneca no entregó a Nerón la cortesana Acté, sino que opuso los celos de esta mujer a la pasión de un hijo por su madre: este es un hecho que no está permitido ignorar ni desfigurar. Y aunque fuera de otro modo, ¿qué mal habría en prevenir una fechoría por medio de la indulgencia con una debilidad? Si Séneca y Burro no impidieron que Nerón repudiara a Octavia es que no pudieron hacerlo: no se ordena la cordura a un soberano lo mismo que a un niño.


Mis eternos afectos para usted.
Teófila.

2 comentarios:

Teofilo dijo...

Cara Teófila,
Vuesas notas parecen dictadas no por el Espíritu Santo sino por la Diosa Fortuna, siempre atenta al don de la grata aleatoriedad. ¿Debe uno contestar a la Diosa, o simplemente amarla? Intentaré ceñirme a la primera opción.

El tema de la moral es recurrente en sus epístolas y ante esto no sabría qué decirle, solo que hay que intentar satisfacer todas las necesidades para que estas no se tornen tan acuciantes que deriven en deseos imposibles, fantasiosos. Comprenderá que no me refiero al sueño americano ni al "nada es imposible" del país de nunca jamás, sino a verdaderos imposibles, de esos inmovilizantes.

Acerca de si la respuesta moral debe buscarse en el siglo o en el milenio, mucho puede decirse sobre eso. De todos modos hay una parte que siempre es del siglo y nunca debe olvidarse, porque confunde rápidamente nuestro juicio. Es el ejemplo del honor, muy relacionado con el de la fidelidad genital a una sola dama, algo que claramente ha quedado desfasado en el tiempo y no debe confundirse con otras problemáticas morales. Como "El Alcalde de Zalamea" y tantas obras literarias del Siglo de Oro que han quedado completamente extemporáneas por basar sus conflictos en códigos de honor, hoy inexistentes.
En cambio, el conflicto moral de "La Casa de Bernarda Alba" se mantiene incólume, porque se refiere a la represión de los impulsos y la autenticidad, algo que hoy es perfectamente comprensible, rodeado de una poesía y caracterización psicológica impensable en el barroco.

En relación a su perro lector que tanto hubiera alegrado las tardes de Diógenes, me recuerda a dos ratas que se encontraban en la filmoteca del monasterio que me acoge, tragándose los rollos del film "El ultimo tango en París". Una vez comidos el último fotograma, una rata mira a la otra y le dice "¿sabes? me gustó más el libro".
Crea en mi más sincera simpatía,
Teófilo.

Verónica Garat dijo...

Mi querido Teófilo,
Muchas gracias por enviarme su respuesta. Me era sumamente necesaria para atemperar los efectos de una soledad a veces demasiado pertinaz.

Es cierto lo que dice. El tema de la moral es recurrente en mis epístolas. Los temas vinculados a la ética, a la política, al gobierno de sí mismo y de los otros, a la moral, al derecho y las costumbres, en fin, a las normas son de mi interés permanente por lo que no me asombra su recurrencia en mis notas. Algún día las recorreré para analizar en qué modo y bajo qué presupuestos ese interés se ha manifestado en definitiva más allá de mí misma y mis intenciones.

Vea usted que de alguna manera la pregunta que plantea Diderot refiere al código: ¿bajo qué código de normas debe juzgarse una acción?. La respuesta que pueda darse a esta pregunta es por demás dificultosa y plantea no pocos dilemas. Sea como sea, hay una parte que siempre es del siglo y nunca debe olvidarse.
Leeré las obras que me recomienda.

Me ha hecho reír mucho y buenamente con su chiste del final.
Afectuosamente.
Teófila.