Teófila Albión,
Esperando el barco que me traería de vuelta a Calipso y durante el viaje me devoré el policial "El sueño eterno", donde el escritor Raymond Chandler presenta por primera vez en sociedad al típico personaje de las novelas norteamericanas de detectives: Philip Marlowe
La editorial presenta el libro como joya de la literatura universal, pero debemos decir que es ahora una especie de "gran lugar común", pero por supuesto, viene del remitente original. ¿no le parece? Me encontré riendo en voz alta en el puerto, algo así como festejando los grandes chistes y salidas conocidas (la femme fatal, el duro-cariñoso, el malo no tan distinto del bueno, etc...). Slavoj Zizek en el libro al que me referí hace un tiempo hacía un análisis de estos detectives comparándolos con los psicoanalistas (el cobro que distancia del hecho, la búsqueda de lo oculto, y otras cosas). En la web "El poder de la Palabra" hay unos textos seleccionados del autor que son muy ejemplificadores de estos detectivos de mirada oscura pero de construcciones gramaticales sencillas, mucho más policías que poetas: "Llevaba yo mi traje azul pólvora, camisa azul oscura, corbata y un pañuelo desplegado, zapatos gruesos y negros, medias negras de lana, con cuadrados azul oscuro. Estaba yo pulcro, limpio, afeitado y sobrio y me importaba muy poco quien lo supiera. Era en todo el detective privado tal cual debe ser." Afirmativo.
Habrá más noticias para este boletín,
Suyo,
Teófilo.
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