Mi excéntrica pero nunca peripatética Teófila,
Poniendo algo de orden en mi pequeño estudio encontré una caja con los revueltos papeles que dejara atrás Martín Soga antes de decidir en un impulso propio de su romántica inmadurez viajar a encontrarse según dijo, y aún me río del tópico, con los monjes del Templo de Rashmaputrij. Son una serie de notas de baja calidad que reflejan el citado carácter y que espero a su vuelta olvide por completo dedicándose a tareas más piadosas y propias de un muchacho de su edad. A continuación le trascribo un ejemplo de esta que bien podríamos dar a llamar poetica adulescentis.
Me despido, que el carbonero que lleva mis cartas vuelve ahora mismo para el pueblo y además es ya hora de ir a rezar mis maitines
Teófilo.
Durante el máximo de tiempo posible
No te preocupes
ya termina
en sólo un momento
cuando la oscuridad ceda
la ventana se cerrará
entrará aire fresco
y saldrás
Encontrarás qué hacer
pasarás el día
haciendo lo necesario
para tener que pensar
en sólo y nada más que
cuando llegue la noche
no saber y sentir
ese insaciable hambre
de siempre.
Podrás salir más de un día,
dos siete veinte cien
Unir el día y la noche
con un abrazo conmovedor
y serán entonces semanas, meses
Pero inexorablemente una noche
entre la cena y dormirte
entre acostarte y dormir
entre cerrar los ojos y morir
entre nacer y vislumbrar
entre despertar y salir
Igual siempre algún día
el hambre volverá y entonces
otra vez deberás
encontrar la forma de
remover la tierra
de preparar tu estómago
o al menos, de salir
y tratar de morir esta vez
durante el máximo de tiempo posible.
18 jul 2006
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