Sus correos no llegan a mí y mis nervios nuevamente comienzan a sufrir. Nuestra querida amiga me encomendo le transcribiera estas citas que a ella le parecen "alucinantes" (y a mí... ¡vaya, vaya con este vocabulario tan extraño!... alucinante esto, alucinante aquello, ¡todo es alucinante!) :
"Desde que la acción real de la Humanidad sobre el mundo exterior comenzó, entre los modernos, a organizarse espontáneamente, exige la combinación de dos clases distintas, muy desiguales en número, pero igualmente indispensables: por una parte, los empresarios propiamente dichos, siempre poco numerosos, que , poseyendo los diversos materiales convenientes, incluidos el dinero y el crédito, dirigen el conjunto de cada operación, asumiendo, pues, la principal responsabilidad de los resultados, cualesquiera que sean; por otra parte, los operarios directos, que viven de un salario periódico y constituyen la inmensa mayoría de los trabajadores, y que ejecutan, en una especie de intención abstracta, cada uno de los actos elementales, sin preocuparse especialmente de su concurso final. Esot últimos son los únicos que luchan directamente con la Naturaleza, mientras que los primeros tienen que entendérsela con toda la sociedad."Habiendo cumplimentado con el encargo, le dejo mis cariños.
"La eficacia especulativa que hemos considerado inherente a la vida industrial para desarrollar involuntariamente el espíritu positivo, debe en general resultar más clara en los operarios que en los promotores, pues sus trabajos propios presentan un carácter más simple, un fin más netamente determinado, resultados más inmediatos y condiciones más imperiosas. La escuela positiva deberá, pues, encontrar naturalmente un acceso más fácel para su enseñanza universal, y una más viva simpatía para su renovación filosófica, cuando pueda penetrar de modo conveniente en ese vasto medio social. Al mismo tiempo, deberá encontrar en él afinidades morales no menos preciosas que sus armonías mentales, por esa común despreocupación material que aproxima espontáneamente a nuestros proletarios a la verdadera clase contemplativa, al menos cuando ésta haya adoptado por fin las costumbres que corresponden a su destino social."
"El verdadero ocio sólo debe faltar de manera habitual en la clase que se cree especialmente dotada para el mismo, pues, debido precisamente a su fortuna y a su posición, está generalmente preocupada por inquietudes activas, qu ecasi nunca permiten una verdadera calma, intelectual y moral. En cambio, este estado debe ser fácil a los pensadores y a los operarios, debido a que están espontáneamente libres de los cuidados relativos al empleo de los capitales, e independientemente de la regularidad natural de su vida diaria."
Teófila.